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viernes, 19 de agosto de 2011

El perro de Van de Graff

Cuando era pequeño, recuerdo que los columpios eran una prueba de hombría, solo sobrevivían los mas aptos, eran de hierro oxidado, en el suelo había gravilla y la parte mas alta casi rozaba el cielo, o al menos eso me parecía, ahora prima la seguridad y les ponen gomaespuma hasta a los niños. También recuerdo un tobogán verde de plástico, o quizá de fibra de vidrio, que al bajar, si tocabas a un amigo, le soltaba descargas eléctricas, "¡¡energía estática!!" gritábamos, eran buenos tiempos.

Con el perro del vídeo sucede algo parecido, al frotarlo con la manta, su pelo se carga eléctricamente, al tener todo el pelo la misma carga (negativa o positiva), los pelos tienden a repelerse.



Cuando llegue a casa voy a ver que opina mi perro sobre todo esto.

1 comentario:

  1. Yo jugaba con mis compañeros a destrozarnos los pantalones arastrando las rodilla por la grava mientras nos cogíamos a una especie de noria. Todo ello con la máxima seguridad de que te podías pegar un pedazo de piño.

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